SE HUBIERAN AVERGONZADO

30.03.2012 23:18

Todos los medios de comunicación, en estos días, nos han estado "bombardeando" hasta el cansancio, sobre el delicado estado de salud del anciano "PONTIFICE" cabeza de la iglesia Católica Romana JUAN PABLO II.

Comentaristas de los medios y altos prelados de esa iglesia han expresado su preocupación, hasta qué punto el PAPA, estaría en capacidad para seguir desempeñando sus funciones religiosas como máxima autoridad de esa confesión cristiana.

Alguien interrogó al Médico personal de JUAN PABLO II: "Doctor, ¿Cuándo le comenzará a fallar la cabeza a su Santidad? ¿No será mejor que renuncie ahora?" "No se preocupe: Cuando la cabeza se le dañe, la iglesia actuará" Fue la breve respuesta.

El anterior acontecimiento me proyectó al pasado cuando hace algunos años JUAN PABLO II visitó Colombia y esta nación en su inmensa mayoría, le rindió tributo, y creyó en él como la única esperanza de alcanzar la paz; que este país, víctima de la criminalidad, la violencia, y el secuestro; casi ha perdido la esperanza de alcanzar, aquella paz que se nos perdió como nación en los caminos de la historia y que en ese momento (el de la visita papal) el pueblo católico creyó encontrar el remedio que le traería el "Príncipe De La Paz" el romano Pontífice.

Permítame el lector comentar a grandes rasgos la famosa visita y que por medio de esta reflexión usted comprenda, que ha pesar de la sinceridad de un pueblo; el camino que nos lleva a la paz no se encuentra en una institución religiosa, ni en ningún hombre por importante que este sea:

Este PAPA estuvo de visita en este país siete días. Su lema publicitario fue: "LA PAZ DE CRISTO POR LOS CAMINOS DE COLOMBIA". Y de cómo fue recibido el "Sucesor de Pedro", lo que se comentó de él en los medios de comunicación y lo que él expresó de sí mismo y de su iglesia: "Es la cátedra de Pedro, el medio legítimo que Cristo dejó para salvar al hombre… y sólo por el ministerio sacerdotal y los sacramentos podrá reconciliarse con Dios" (palabras textuales del jefe de la iglesia romana).

Su venida y estadía fue realizada en medio de una gigantesca publicidad. Todos los medios estuvieron a disposición del ilustre visitante. En torno de este hombre se creó una atmósfera de expectación sin precedentes porque se creía que la visita pontificia contribuiría poderosamente a desarmar los espíritus de un país que tiene graves problemas de orden público. Fue un despliegue de publicidad y gasto de dinero nunca visto y hecho por esta nación. El gobierno de esos años lo rodeó de grandes medios de seguridad, veinte mil (20.000) hombres de la fuerza pública estuvieron a su disposición, fuera de su nutrida guardia personal. Los medios nos estuvieron informando, no sólo de lo que dijo, sino de los detalles más intrascendentes; como: lo que comió, en que cama dormía, si tosía y aún cómo era el tono de su voz, y los Sacerdotes y Teólogos veían en estos detalles humanos: "Un signo de Dios".

"Sensacional, fantástico, apoteósico, grandioso, monumental, extraordinario", etc. Fueron los titulares de la prensa en cuanto a la personalidad de JUAN PABLO II y todo lo relacionado con él.

Como creyente Cristo-céntrico y que no tengo otra fuente de doctrina, fe y conducta para regir mi vida, más que las Escrituras inspiradas, la Santa Biblia y que no hay otro revelador de esa palabra divina sino el Espíritu Santo; (2 Timoteo 3:16, San Juan 18:8-13) y reconociendo que el romano Pontífice es Señor y Príncipe de cientos de millones de católicos en el mundo y que como tal merece respeto, no me es posible como discípulo de Cristo callar al ver la verdad del Santo Evangelio leudada al ser mezclada con la levadura de la tradición y la doctrina de los "padres" (Mateo 15:3-6).

Del periódico capitalino "El Tiempo" de la época de la visita papal; extracto algunos comentarios hechos por el editorialista de tan importante medio:

"increíble; nuestros compatriotas ven con asombro ese alarde de resistencia física de su Santidad, que rompe todos los moldes de la ciencia médica, no se agota, es formidable, no cambia… Tan sólo una intervención divina le puede permitir ser un hombre tan extraordinario… es desconcertante al transformar su rostro profundamente bondadoso, es una estampa de efluvios divinos…Lo anterior es producto de su representación divina". Hasta aquí la nota editorial.

Sobre la reacción que produjo este hombre en cientos de miles de personas, el periódico dijo: "La mayoría perdió el sentido, la compostura por simple histeria. Los ojos se les brotaban, reían nerviosamente y con movimientos convulsivos se iban desplomando sin sentido… Este fenómeno, a manera de hipnosis colectiva fue común dondequiera que el Pontífice entraba en contacto con las personas… Esta extraña personalidad no se puede escrutar, ni entender, es como si de él emanara un poder arrollador". No dudo que de este hombre sí emana un poder, pero estoy seguro que no es el poder de mi Señor Jesucristo.

Resumo lo que una monja sintetizó en pocas palabras sobre el concepto que el pueblo católico y el Clero tiene de su Pontífice. Cuando se le pidió su opinión sobre este hombre; llevándose las manos al corazón expresó: "Este PAPA es indescriptible, lo más grande, lindo, hermoso, y divino que ha pisado la tierra..."

A continuación dejo con los lectores algunos títulos que tanto la jerarquía católica como los fieles han dado por siglos al PAPA y que hasta nuestro día ninguno de ellos ha desautorizado:

Del periódico EL ESPECTADOR con fecha 07 de julio de 1.989. "Príncipe de la justicia, Supremo guía espiritual de la humanidad, Pastor Supremo de la iglesia de Cristo, Vicario de Cristo, Padre Santo", etc.

Si todas estas manifestaciones, reacciones y palabras públicas y privadas, hechas y dichas a este hombre no son una especie de idolatría para con un ser humano, no se que más puede ser. Es que cuando un sistema religioso ha manipulado la Palabra de Dios, para hacerla decir lo que ella está lejos de enseñar, el ser humano puede caer en lo que un Teólogo católico brasilero llama con propiedad: "papiolatría".

Lo que más me impactó y me produjo sentimientos de tristeza e indignación, fue escuchar cómo el nombre del PAPA era aclamado, aplaudido y victoreado continuamente por las multitudes; incluso se le entonaban cantos de alabanza, y en contraste, el nombre glorioso y bendito del Señor Jesucristo ocupó, en todo esto, un modesto tercer lugar ya que el segundo fue para la Virgen María y el primero para el "Padre Santo" ¡QUE CEGUERA DIOS MIO!

Lo anterior no sólo constituye para mí, un abuso de lenguaje sino una blasfemia. Es que para un discípulo de Cristo no hay nombre más precioso, dulce y hermoso que el de mi Salvador y Señor; CRISTO JESUS. Ante El y sólo ante EL nos inclinamos reverentes en espíritu de adoración. Sólo el nombre de nuestro Redentor merece ser alabado, enaltecido y exaltado eternamente. Escrito está: "Ante El se doblará toda rodilla… "y no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres en que podamos ser salvos". (Hechos 4:12).

Creo que ningún cristiano honesto, en amor, humildad, respeto y reverencia al Dios Eterno y a su hijo Jesucristo debería utilizar para sí, ni permitir que otros le apliquen títulos de origen divino, ya que tales títulos son nombres intransferibles del trino Dios. (Isaías 9:6, Juan 15:26; 16; 17:11) y por respetable e ilustre que se considere a una persona, no merece, ni es digna de ostentar los títulos que corresponden a la deidad.

Gracias al Señor que la cabeza de la iglesia de Cristo es el mismo Señor Jesucristo. (Efesios 1:22; 4:15; 5:23) Escrito está: "…Cristo es la cabeza de la iglesia… y de su iglesia…" Es la cabeza que no se enferma, envejece o muere, no necesita reemplazo, no duerme ni se cansa, es la cabeza que todo lo sabe, ve y puede. Es la cabeza que es perfectamente justa, santa, misericordiosa y Todopoderosa; no hay que viajar para recibir su perdón y bendición; No necesita Médico, porque El es el Médico Eterno, no hay que llevarlo en coche, porque El en muchas ocasiones lleva a sus ovejas heridas en sus brazos eternos. ¡Qué maravilla, que gracia, que amor!

CRISTO es mi cabeza ¿Es la tuya también amado lector?

Pienso que si a los Apóstoles Pablo, Juan, Pedro, etc. Dios les hubiera permitido venir a la Colombia de 1.989 cuando llegó como peregrino de la paz, JUAN PABLO II y hubieran presenciado y oído, lo que se hizo, dijo, de y con este PAPA católico, hubieran bajado la cabeza apesadumbrados y profundamente avergonzados, al ver la apostasía de una institución religiosa que por muchos títulos, poder político, religioso y cultural que tenga, se ha apartado siglos ha de la sencillez del evangelio de la gracia de Dios. ¡Que Dios tenga Misericordia de tanta ceguera! "Yo he venido en nombre de mi Padre, y ustedes no me aceptan; pero si otro viniera por su propia cuenta, a ese si lo aceptarían. ¿Cómo va a ser posible que ustedes crean, si unos a otros, se rinden gloria pero no buscan la gloria que viene del Dios ÚNICO?" (Juan 5:43,44 Versión Internacional).

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