SI MI PUEBLO…SE HUMILLA… YO LO ESCUCHARÉ… 2 CRONICAS 7:14 NVI

30.03.2012 23:58

Hace unos días llegó a mis manos un artículo titulado “¿Por qué no nos oye Dios?”, publicado en el diario “El Tiempo” y escrito por el sacerdote Alfonso Llano. El artículo es de gran interés moral. Me he permitido tomar algunos apartes y hacer sobre el unos breves y sencillo comentarios, que espero ayuden a reflexionar al hermano lector(a).

Nos dice el escritor en su columna dominical, “Un alto en el camino”: ¿Por qué no nos oye Dios? Tanto que le pedimos la paz, la honestidad de los políticos, la felicidad de los hogares y las cosas siguen de mal en peor… ¿Qué pasará?

Nos sigue diciendo el ilustre prelado: “La hija del predicador- cristiano Billy Graham expreso su tristeza por los nefastos hechos de terrorismo ocurridos el 11 de septiembre del 2001 en la ciudad de Nueva York, ¿Cómo- se preguntaba esta cristiana-pudo Dios permitir semejante desgracia? Creo que Dios está profundamente triste… pues por años le estamos diciendo a Dios que sobra, que se salga de nuestra aulas y hogares, de nuestras oficinas y vidas, El respetando nuestra libre elección se ha ido”.

Y se pregunta el columnista: “¿no estará pasando algo parecido en Colombia? ¿No será esta la causa que no nos oiga Dios?

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La autora original del artículo- es la hija del más grande predicador cristiano del siglo XX, el Dr. Billy Graham- “¿Por qué no nos oye Dios?” Señala e identifica la perdida de principios de una sociedad,- la norteamericana-que en el pasado la hizo, grande, poderosa y querida.

Esos mismos principios bíblicos que marcan distancias y fronteras en el alma de una persona, iglesia y nación: amor, justicia y santidad. En el pasado, esa gran nación, “hoy en decadencia”, tenía como eje de su cultura y educación al Cristo de la Biblia, y esa pérdida es la que añora la hija del predicador.

Nos sigue diciendo la autora del escrito, que hizo reflexionar al sacerdote y a mí, y espero que a ti “alguien dijo:- posiblemente un constitucionalista de “avanzada”- no se debe leer la  Biblia en los colegios. La Biblia enseña que no se debe matar, ni robar, ni practicar la infidelidad matrimonial; que se debe amar al prójimo. Y nosotros retiramos la Biblia de los colegios y hogares y nuestros niños y niñas crecen sin moral y sin Dios”. Y después nos extrañamos el porqué Dios no escucha nuestras plegarias cuando llega la perdida de nuestros hijos, y nos hace sangrar el corazón.

Estoy seguro que la visión que Dios le dio a esta mujer- el porqué su país ha perdido principios, autoridad y grandeza- radica sustancialmente en su alejamiento del Dios de sus mayores, el mismo mal del mundo occidental y de Israel, pueblo de Dios, a través de su accidentada historia.

¿Por qué  no nos oye, se pregunta el levita Alfonso Llano?, por lo mismo que en su tiempo no escucho a Israel.

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Escuchen, cielos y tierra lo que dice EL Señor: los hijos que críe y cuide… tiernamente, se han vuelto contra mi… el burro y el buey conocen a sus amos y agradecen sus cuidados, ¡pero mi pueblo Israel! Haga lo que haga por ellos, les tienen sin cuidado. ¡Qué nación tan pecadora! Andan…bajo la carga de su pecado, también sus padres fueron malvados… le volvieron las espaldas al Señor y menospreciaron al Santo de Israel.” Isaías 1:2-4 LBD.

Hay cierta similitud- guardadas las diferencias económicas, culturales y religiosas -entre el declive moral de Norteamérica y Colombia. En eso si estoy de acuerdo con el padre Llano, como nación estamos mal. El mensaje de la hija del predicador es también para nosotros, nuestra sociedad se enorgullece de la herencia espiritual que recibió del conquistador hispano. Aun así y a pesar de lo anterior, este país desde su fundación, no ha conocido la paz, con excepción de cuatro décadas de su historia como nación.

Nos enorgullecemos de nuestros valores cristianos, pero tenemos el triste récord  de ser el país más violento de América del sur. Nuestras mujeres, según los medios y las estadísticas son- en un alto porcentaje- violentadas, abusadas y a veces asesinadas en sus mismos hogares por aquellos que dicen amarlas; 350.000 bebes son asesinados cada año antes de nacer y otros niños son golpeados con brutalidad y aun muertos por sus progenitores, otros abandonados, nunca disfrutaron de un hogar con afortunadas excepciones.

Esta “cristiana” sociedad a “parido” legiones de sicarios que matan con frialdad profesional, por “treinta monedas de plata”, tenemos miles de Caines “ideológicos” que matan, secuestran y destruyen bienes en el nombre de la libertad, el progreso y un hipotético “paraíso” futuro, y de “postre”, a  altos funcionarios del estado que se alzan con el dinero del pueblo dejan a los municipios arruinados, y pare de contar.

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¿Por qué no nos oye Dios?, se pregunta el sacerdote jesuita Alfonso Llano Escobar, yo me permito cambiar la pregunta por otra: ¿Qué hacer para que Dios nos oiga? Y esta pregunta la responde el mismo Dios: “Si mi pueblo, que lleva mi nombre- el de cristiano- se humilla y ora y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escuchare desde el cielo”… 2 Crónicas 7:14 NVI.

 1 Humillarse ante Él de todo corazón.

2 Orar a Él confesando nuestros pecados.

3 Buscando su rostro con humildad y sinceridad.

4 Abandonando nuestros pecados.

Esta es la formula divina Padre Llano… y amado lector. ¿Lo haremos? Espero que sí, y lo que es más importante: Dios también.

¿Por qué no nos oye Dios?

¿…Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos?... un árbol bueno no puede dar fruto malo… así que por sus frutos los conocerán” Mateo 7:16-20.

En el anterior artículo estuvimos reflexionando sobre el mensaje del sacerdote Alfonso Llano en su artículo: ¿Por qué no nos oye Dios?. El ministro católico hace su comentario de un artículo escrito por la hija del predicador Bautista Dr. Billy Graham, la cual explica las causas del declive moral de esa gran nación, el cual tiene similitud- guardadas las diferencias, con la “cuesta abajo” en cuanto a valores y principios que se han perdido en nuestro país. Cualquier observador puede palpar- en el diario vivir de nuestras gentes, con honrosas excepciones, esa liviandad moral.

Me llama la atención algunos comentarios, que con sobrada razón, hace el prelado: “…es curioso… cuan simple resulta a la gente apartar de Dios su vida y luego preguntarse por que el mundo- y Colombia en particular – va mal. Curioso que cuando nos preguntan si somos cristianos, respondemos que sí, que vamos a culto – pero- el resto de la semana me preocupo de mi y de mis cosas, y me olvido de Dios.”

Me quedan dudas sobre aquello de “… lo simple que le resulta a estos cristianos apartarse de Dios” ya sea por sus negocios o amores piratas y otras razones, yo personalmente conozco a algunos muy religiosos que me dan la impresión, por sus hechos-sus frutos- de que nunca se apartaron de Dios… ¡ni de nada!, porque nunca estuvieron ni están con Él, y esto va no solo para los católicos; lo digo con pena en el corazón. Dios y los principios divinos no fueron nunca-  aunque van a misa, rosarios, novenas…y ¡cultos!- prioritarios en sus vidas. Y cuando llega la mala cosecha en la vida y en nuestro hogar, nos preguntamos, ¿por qué? “...cada uno cosecha los que siembra”. Gálatas 6:7.

Nos dice el padre Llano: “Colombia nos trae preocupados”. Comparto esa preocupación, como no preocuparme por la siguiente “radiografía” moral de este país, “consagrado al corazón de Jesús”. 

Veamos lo que nos informan los medios y lo que palpamos, oímos, vemos y sufrimos en nuestras ciudades, pueblos y en nuestro propio entorno: falta de honradez, equidad, y desprecio por la vida, esto en prestantes miembros de la sociedad, los cuales en muchos casos, ocupan posiciones de liderazgo a nivel sindical, educativo, empresarial y aun religioso.

Jueces corruptos, legisladores deshonestos, ricos insensibles, patrones injustos, cortes- la constitucional y la suprema- que emiten fallos politizados o que en el nombre de la libertad y de el “libre desarrollo de la personalidad”, le dan cedula de ciudadanía al homosexualismo, al asesinato de bebes- al aborto-, al consumo personal de la droga, con el argumento de que una cosa son las creencias religiosas y otra el derecho de cada persona a “enriquecer” su personalidad por medio de la libertad sin límites, yo diría libertinaje.

No conozco a ninguna madre a la cual el aborto haya “enriquecido” su personalidad, ni ningún joven drogado con la “mínima dosis” que genuinamente se sienta realizado y feliz… pero si infeliz.

¿Es nuestra sociedad cristiana? Como no soy sociólogo, educador ni teólogo, me reservo la respuesta desde esos puntos de vista, que solo pueden darnos aquellos que han estudiado esas disciplinas.

Lo que si se, es que lo que dice Cristo, es una verdad comprobable, en el mundo de la agricultura, y en el mundo moral y espiritual, “¿acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? Así que por su fruto-su vida- los conocerán” Mateo 7:16-20.

Verdad corroborada por el apóstol Pablo, “cuando seguimos nuestras malas pasiones, caemos en adulterio, fornicación, impurezas, vicios, idolatría, espiritismo, odios, pleitos, celos, iras, ambiciones,…criticas-destructivas- y complejos de superioridad, caemos en doctrinas falsas, envidias, crímenes, borracheras, orgías… el que lleva esta clase de vida no heredará el Reino de Dios” Gálatas 5:19-21.

Si usted cree que lo anterior es extremismo, lo siento por usted, porque la vida cristiana excluye la doble moral, aquí no hay medias tintas. No se necesitan títulos académicos para responder a la pregunta inicial ¿es la sociedad colombiana cristina, conforme a los parámetros Bíblicos?, porque las evidencias ponen en cualquier corazón  sincero un enorme interrogante;  personalmente creo que no hay tal cosa como sociedades cristianas, pero si personas cristianas.

¿Cuáles amado lector son esas evidencias? “En cambio –en contraste- los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” Gálatas 5: 22-23.

Estoy seguro que usted añora una vida distinta, para eso se necesita un cambio de corazón. Solo Dios puede efectuarlo. ¿Lo buscará?. Se lo deseo de corazón.

NOTA: No es mi propósito demeritar ninguna confesión religiosa, sino, resaltar a la luz de las Sagradas Escrituras lo que es muy evidente en nuestra sociedad, una quiebra impresionante de valores, sin desconocer que hay gente sincera en su fe.

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