En uno de sus escritos un pensador y sociólogo español dice: "Tres plagas amenazan la humanidad, especialmente al mundo occidental en estos tiempos: El terrorismo, el Sida y el divorcio".
Mi comentario, es sobre la última plaga que destruye el fundamento de toda sociedad: EL HOGAR, y con él a la familia. Y es sobre la relación del hombre y la mujer como esposos, que el Señor me guía a escribir esta reflexión de carácter cristiano.
Cuando joven yo pensaba, que el maltrato, abuso, indiferencia, egoísmo, falta de perdón, infidelidad y separación de hecho o de derecho, sólo se daban en los hogares de las personas que no profesaban la fe cristiana conforme a las sagradas escrituras. (2 Timoteo 3:16).
Hoy la triste realidad y las estadísticas, me han hecho comprender que los hogares de los hijos de Dios, en esta área, no son inmunes a la quiebra de valores y que los hogares de los creyentes tienen preferencia en los planes de Satanás y sus demonios. (Juan 10:10).
Ellos saben que si logran dañar los hogares del pueblo de Dios, las primeras víctimas serán los hijos, después la iglesia, y en ese orden, la comunidad donde viven los esposos afectados (vecinos) y el testimonio de la fe cristiana a nivel de la unidad, amor, justicia y santidad, quedará fuertemente comprometido. "¿De qué sirve una sal desvanecida? Si no sala, no sirve…y lo mejor es tirarla. Preste atención el que sabe entender mis palabras. (Lucas 14:34,35 N.T.Viviente).
Tengo un consejo, (no de mi propia cosecha) para los hermanos casados. Ame, cuide, sea considerado, compasivo y ¡respete a su esposa! No le ponga "sucursales". Dios nos da un principio muy elevado a los esposos en nuestra relación con ellas. ("Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella" Efesios 5:25 Versión Internacional) El nos lo pide, toca a nosotros obedecer.
Un consejo para las esposas:
A pesar de cualquier dificultad, desacuerdo, desengaño y desilusión a nivel matrimonial; no rompamos la unidad conyugal, por amor a Dios, a nuestras esposas(os), a nuestros hijos, a la iglesia del Señor, a nosotros mismos y a esa gran nube de testigos que nos rodea y por encima de cualquier dificultad miremos con los ojos del espíritu a Él (Hebreos 12:1-4).
Si usted querido hermano(a) ha caído en pecado de adulterio; hay una palabra del Señor para usted: 1) Reconozca su pecado. 2) Confiéselo. 3) Abandónelo. 4) Haga la reparación necesaria, según su caso particular. Cuando David adulteró con Betsabé y fue confrontado por el Profeta Natán, él reconoció su pecado con sinceridad y su pecado le fue perdonado. (2 Samuel 12.12; Proverbios 14.1).
Ahora quiero dejar con usted una palabra de aliento, consejo y enseñanza en relación con la unidad que Dios quiere que cuidemos, con aquella persona a la cual nos unimos un día delante de Dios y de muchos testigos por medio del vínculo matrimonial y de la cual tendremos que responder ante Dios y Padre. ("Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". Génesis 2:24).
Serán una sola carne. Me habla de unidad. Vivimos en tiempos muy malos. El relativismo moral en cuanto al sexo está a la orden del día; en la cátedra, los medios, la sociedad, nunca como antes a nivel político y gubernamental el matrimonio, como unidad, se había visto tan seriamente amenazado.
El Señor manda a sus hijos casados que guardemos la unidad matrimonial como un tesoro. En Éxodo 37:8 Leemos: …"Los hizo de modo que ambos extremos de los dos querubines formaran una sola pieza con el propiciatorio". No fueron hechos de dos piezas diferentes y luego unidos; no. El artesano tomó un bloque de oro y los trabajó hasta darle la forma adecuada ordenada por el Dios eterno: Dos querubines. En relación con los esposos, Dios desea y nos ordena, como esposos, que actuemos y vivamos en unidad.
Lo anterior no quiere decir que tenemos que perder nuestra individualidad o personalidad. No es un "Nirvana" en que la personalidad queda anulada, es más bien que las dos personalidades, esposo y esposa, se complementan armoniosamente, hasta parecer uno, en propósitos y metas, teniendo un norte definido y claro al cual se dirigen (con la guía divina); reflejar a Cristo en el hogar y en la sociedad. Sujetándose, en común acuerdo, a la cabeza que es Cristo. Después de hablar de los deberes conyugales a las esposas y esposos, el Apóstol inspirado concluye su enseñanza con estas palabras: ("…vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes. No devuelvan mal por mal, ni insulto por insulto;…porque para esto fueron llamados, para heredar bendición." 1 Pedro 3:8,9 NVI).
Es importante observar que los dos querubines se encontraban a cada lado del propiciatorio y es el sitio, ("…donde me encontré contigo" Éxodo 30:6) Sí, es el lugar donde nos encontramos con nuestro Padre celestial.
¿Qué podemos sentir y recibir en la bendita presencia de nuestro Padre? Bendición, paz, amor, guianza, consuelo, gozo, refrigerio, felicidad, descanso y perdón; pero también: reprensión, exhortación y en algunos casos disciplina.
Quizá usted hermano o hermana este pasando momentos de crisis en su matrimonio. La armonía, entendimiento, comprensión y ternura que existió en el principio han ido desapareciendo por diferentes motivos y variadas circunstancias, a tal punto que cuando usted se levanta por la mañana se pregunta, al observar a su cónyuge y sentir una sensación de desencanto; "¿Con quién me casé, Dios mío? Hemos dejado, por descuido, ocupaciones, preocupaciones etc., que en nuestro jardín interior las rosas de la ilusión, amor y ternura se marchiten y los cardos de la rutina, el mundo con sus afanes, el cansancio, el hastío y otras malas yerbas alimentadas por Satanás den frutos de maldición. Usted por descuido espiritual ha abierto la puerta al maligno y mientras usted se compadece por su "mala elección" el Diablo se ríe, porque el muy astuto sabe que si usted cae, hará caer a su cónyuge, a sus hijos y como las fichas puestas en fila de un dominó maldito se derrumbará su hogar y será usted con otros cientos de hogares arruinados, la quinta columna que debilitará el testimonio cristiano a nivel de la sociedad. (1 Pedro 5:8).
"Los querubines extendían sus alas por encima" (Éxodo 37:9). No se extendían hacia los costados, ni tampoco hacia abajo, pero sí se extendían hacia ARRIBA. La enseñanza es clara: Sólo de arriba, de Dios, nos podrá venir ayuda. Pongamos nuestra esperanza y afecto en El y en todo lo que esté relacionado con El. Procuremos con diligencia permanecer en todo lo que nos edifique. (Colosenses 3:1-3). Así nuestro matrimonio será guardado, prosperado y bendecido.
Presentemos nuestras alabanzas, adoración, trabajos, servicio, necesidades y hogar al trono celeste implorando el socorro divino conforme a su gracia, en el nombre bendito de Cristo, nuestro Señor.
Que el sea el eje de nuestras vidas y de nuestro hogar. Nunca ambicionemos las comodidades que otros tienen. "Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque, Dios ha dicho: "nunca te dejaré; jamás te abandonaré" (Hebreos 13:5). Muchos hogares han sido dominados por el ansia de poseer lo que no tienen, otros por la mala pasión a la mujer (o el hombre) ajeno. (Éxodo 20:17).
No permitamos que otras personas se entrometan en nuestras relaciones conyugales y traten de robarnos las bendiciones que el Señor tiene para nosotros. El nos resolverá los problemas en su tiempo y de acuerdo a su voluntad y dispondrá todo para nuestro provecho espiritual. ÉL pondrá en orden las circunstancias para nuestro bien, y tomará el control de las personas que nos quieren dañar, a nivel personal o de pareja. ¡DIOS BENDIGA TU HOGAR QUERIDO HERMANO!