FANATISMO Y CONVICCIONES

30.03.2012 23:03

El fanatismo es un sentimiento pervertido de nuestra naturaleza caída.

"He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre." Salmos 51:5.

"Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron." Romanos 5:12).

Es tan antiguo como el mismo hombre. En todos los tiempos, naciones y culturas, el fanatismo ha estado presente.

El fanático puede, en casos extremos, vivir en un mundo tenebroso de odio.

Tal es el caso de los fanáticos que mataron, en nombre de Alá a millares de personas el 11 de septiembre del año 2001 en Estados Unidos. O el caso de un pastor protestante (Jim Jones, 1969), que convenció a sus feligreses de suicidarse para "ayudarlos" a ir al cielo. O el caso, de uno entre tantos, cuando en la Francia del siglo XV, la iglesia romana fraguó la terrible matanza de los protestantes (Hugonotes), o evangélicos, en la noche denominada de San Bartolomé, con la bendición del papa de ese tiempo. Según los historiadores, esa noche, las tropas católicas degollaron a 30.000 cristianos. Todo fue hecho para proteger a la "santa madre de Dios y su santa iglesia, de las corrompidas doctrinas protestantes", según declaración del Conde de Guisa, comandante de los genocidas.

No es fácil hacer el perfil de un fanático, ya que el proceder de tales personas varía según la personalidad, cultura, temperamento, etc. Pero en la base o esencia del fanático hay sentimientos de odio, desprecio, intolerancia y complejo de superioridad, según la psiquiatría.

Hay fanáticos en todas las áreas del conocimiento, disciplinas, causas y creencias. Fanáticos del deporte, las llamadas "barras bravas" que llegan a herir, matar, destruir. Fanáticos religiosos, políticos, científicos falsificando pruebas de laboratorio para respaldar sus teorías, etc.

Existen fanáticos brutos, ignorantes y educados, cultos y los hay de gran capacidad intelectual. Los primeros manifiestan abiertamente su intolerancia y agresividad. Son incapaces de ocultarla. Los segundos la esconden, encubren, disimulan, pero persiguen a sus víctimas de diferentes maneras: indiferencia, cortando la amistad, tratando de aislar a la persona de otros, expresándose mal, cerrando las puertas, etc.

El fanatismo es una mala pasión que ciega la mente y endurece el corazón. El fanático confunde las creencias ajenas con las personas y hace un paquete de todo, es incapaz de separar lo uno de lo otro, llegando a rechazar y aún a odiar a las persona que sostienen supuestas doctrinas equivocadas. O sencillamente lo que ocurre en muchos casos es que el equivocado es él. El fanático es incapaz de aceptar diferencias con espíritu de amor.

Aprendemos por Cristo y el ejemplo apostólico, que podemos y debemos ser firmes en la fe, tener convicciones profundas en las Doctrinas Bíblicas y en la Persona de Cristo, sin ser llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, todo en el marco de la comprensión, respeto y principalmente del amor del cual nos habla La Escritura:

"Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. 35Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: 36Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38Este es el primero y grande mandamiento. 39Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas." Mateo 22:34-40.

Sí, debemos huirle al fanatismo, es una maldición. Debemos amar al fanático, porque es la única arma espiritual que un creyente puede utilizar, pues el origen del fanatismo está en el diablo (Efesios 6:10-18).

"…Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Prójimo es cualquier persona, creyente o no. Creyente equivocado o no.

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