UN ANCIANO LLAMADO BARZILAI
La historia de este varón de Dios es breve, solo ocho versículos de las escrituras se ocupan de ella. Aunque breve la historia es interesante y hay enseñanza práctica para las personas de avanzada edad de nuestro tiempo.
No se hace mención de este anciano fuera de un muy breve tiempo cuando ya tenía ochenta años de edad. El no realizó ningún hecho heroico, pues simplemente hizo lo que podía, y lo hizo con sinceridad. Este anciano se llamaba Barzilai, y su corta historia quedó registrada en la escritura como un gran ejemplo para cada creyente de avanzada edad.
Este anciano vivió en Israel en tiempos difíciles y de mucha desesperación; imperaba la rebelión de Absalón y abundaba el engaño y la traición. El rey David había huido y estaba en el destierro, porque se habían rebelado contra él algunos de sus más íntimos amigos y oficiales de su ejército y la mayoría del pueblo.
Hubo un momento cuando David y sus seguidores estaban en plena huida, hambrientos, cansados y sedientos en el desierto. Fue precisamente en plena crisis, cuando se presentó este anciano ante David, no para ofrecerse como combatiente, pues era un hombre de edad muy avanzada para tomar las armas. A los pies del sufrido rey, él no podía colocar, ni labor física, ni destreza personal, ya que su edad le privaba de esas posibilidades. Pero él y su gente llevaron a David algo sumamente valioso en aquellos críticos momentos, provisiones y víveres que eran nutritivos y fáciles de transportar. 2 de Samuel 17:27,29
Ni remuneración, ni puesto de jefatura buscaba el anciano Barzilai. Siendo anciano de ochenta años de edad, él hubiera quedado en su casa hasta que pasara la rebelión, y nadie le habría reclamado, pero Barzilai era un anciano cuyo corazón latía de gratitud y de fidelidad a su rey. Sin pensar en peligros, ni en recompensas, él proveyó lo que más necesitaba el rey en momentos tan difíciles.
¡Qué lección para los hermanos de avanzada edad! Los servicios que se hicieron con tanta facilidad en la juventud, ya no se pueden repetir por causa de las limitaciones físicas que nos traen los muchos años. Ya no se puede trabajar, el paso es más lento y la visión más corta, pero haciendo lo que se puede de corazón sincero, puede resultar el mayor servicio a favor de nuestro Señor de la gloria, Cristo nuestro salvador.
Barzilai no procuró hacer lo que ya no podía, pero si lo que podía y en víspera de la batalla, este anciano hizo para David lo apropiado, y siguió la marcha. En todo, este varón fue sabio. Luego cuando David le ofrecía recompensa, él la rehusó, lo que muestra que le sirvió por amor a la amistad y también anticipándose a la obediencia en el servicio al Futuro Rey. Así también en nuestros tiempos, los hermanos de avanzada edad, podemos servir al Señor, a su obra, y a nuestros hermanos, según nuestras fuerzas y posibilidades.
El hermano anciano debe hacer lo que puede sin lamentar no poder servir como solía en su juventud. Con tal que el servicio se haga de corazón para complacer al Rey y animar a otros: Ese servicio traerá recompensa eterna.
¡Gran servicio se puede hacer a los ochenta años de edad! Sugiero algunos: orar por la conversión de almas, orar por los hermanos cercanos y lejanos, dar consejos de edificación, consolar y animar al que lo necesite, y por supuesto servir a pesar de cualquier limitación al necesitado, especialmente a los domésticos en la fe.
También podemos servir siendo puentes de bendición a otras personas, procurando en todo que Cristo sea honrado y las personas bendecidas. Lo anterior es fácil y placentero si por la fe podemos ver a Cristo en cada creyente. ¿Acaso no está lo anterior escrito con suma claridad?
“De cierto digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” Mateo 25:40.
Barzilai cumplió sirviendo a tiempo al hombre que es una figura de Cristo: David, y fue recompensado. ¡Anímate hermano anciano! Todavía podemos servir.
Dios te bendiga amado lector.